Una tarde ya al oscurecer llegó mi papá cansado como todos los días, pero esta vez, estaba más callado que de costumbre.
Se quitó los baratos y ya desgastados zapatos, frotando con alivio sus
pies, levantó la mirada y observó largamente a mi madre, quién lo miraba
curiosa e intrigada por el nada usual silencio de mi padre, quien al fin dijo:
—¿Creerás madre lo que vi esta mañana?, «madre, era como él acostumbraba
dirigirse a ella», cerró los ojos, como aún pensado si lo que había visto
podría ser verdad.
—Iba bajando el cerro, —explicó aún exhorto en sus pensamientos— cuando
a mitad del cerro me pareció ver salir de entre las nubes un enorme pájaro, —¡pero
un pájaro gigante! —exclamó aún sorprendido.
—Nunca he visto algo así, —enfatizó.
Hizo una pausa al ver el incrédulo rostro de mi madre.
—¡Es verdad, te lo juro!
Caminó y encendió como era su hábito un cigarrillo. Yo escuchaba curiosa
la conversación; en definitiva, estaba asustada, para entonces era una niña. Desde
ese momento empecé a cuestionarme, y llegué a pesar que, tal vez, había un
mundo o una dimensión que, de alguna forma, a veces enlazaba en el nuestro.
Por supuesto contar una historia así en un pueblo chico era imposible,
nadie lo creería, es más pensarían que estabas loco, lo más prudente era no
comentarlo, y así fue, el asunto fue olvidado.
Así pasaron muchos años, y toda la
vida me acordé de esa historia,¿ habrá existido un ave tan grande, con alas del
tamaño de una casa?
—Una tarde de esas pocas donde una conversación te lleva a
otra, comenté el suceso con una familia, quienes corroboraron la historia
de mi padre, me explicaron que, efectivamente, existieron rumores y la gente
contaba que lo habían visto de lejos, e inclusive, oído como aleteaba en
los techos de sus casas.
Ahondando más en la historia, me
explican que hace años, donde la familia vivía, una mañana estaban tomando sus
alimentos, cuando escucharon que unos aleteos se acercaban con fuerza a su
casa, y repentinamente oscureció.
—¿Oscureció? ¿Literalmente? —pregunte intrigada, —bueno, no tanto—aclaró
ella—. Era la sombra de las alas del ave acercándose que hacían que se viera
como que si se hubiese ocultado el sol.
¿Y ustedes salieron? ¿ Lo vieron?, —
pregunte emocionada— No mija, nadie salió solo nos quedamos quietos, callados,
hasta que sentimos que se fue, salimos y ya no vimos nada.
Ahora en las atardeceres, a veces
subo a mi balcón, y miro mi ciudad, una ciudad que ha crecido mucho, donde sus
mañanas y atardeceres son calurosos, y pienso en esas aves, ¿Será que
algún día veré ese enorme pájaro con esas gigantes alas?¿Existe un túnel que
conecta la prehistoria y nuestra actualidad? ¿Tal vez, un mundo paralelo? ¿O
todavía existirán esos gigantescos pájaros? Y si es así, ¿por qué ha visto más
avistamiento de los mismo? Un tema de muchas dudas y controversias...